El pasado 8 de mayo de 2012, deseoso
quizás de escapar a otro mundo, tal vez a un paraíso de monstruos como su
famoso personaje Max, nos dejaba una de las figuras capitales del libro infantil: Maurice Sendak, ilustrador y escritor de historias que se hallan entre las más recordadas
y especiales de esta literatura.
Nacido en Nueva York en
1928, aunque de origen judío, Maurice Bernard Sendak pasó una infancia un tanto
enfermiza y atormentada. Según cuenta, fue la película Fantasía de Disney la
que lo llevó al mundo de la ilustración y, tras publicar The Nutshell Library en 1962, dio la campanada un año después con Where the wild things are. “Donde viven
los monstruos” es la historia del muchacho Max quien, castigado por sus padres
sin cena, decide emprender una travesía fantástica desde su cuarto de reclusión
a un mundo poblado por bestias. Esta obra, no del todo entendida en su momento,
supuso una trasgresión en el campo de la literatura infantil, malacostumbrada
desde hacía siglos a las cuentos de príncipes y moraleja. Sus imaginativos
dibujos de monstruos y sus escasos renglones de texto son susceptibles de
múltiples lecturas, aún hoy. Hay quien ve en ellos alusiones al mundo freudiano
de los deseos prohibidos, las pesadillas, el conflicto entre la libertad y la
dominación... Las fieras, necesitadas de diversión, acaban nombrando a Max rey
de su mundo, pero este decide regresar a su cuarto en busca de la cena.
Otras historias de Sendak resultaron
no menos polémicas, pues, a través de ellas, puso patas arriba la noción de
libro infantil, como aquél que debía transmitir un universo de valores y reglas
para los más pequeños. En “La cocina de noche” (1970), unos cocineros a la
antigua usanza juegan a meter al niño protagonista en sus masas de tarta. El
libro causó gran controversia por sus dibujos desnudos infantiles que, en
algunas librerías y bibliotecas, fueron prohibidos o cubiertos con pañales.
Sendak se defendía diciendo que, al hacer eso, “le estás diciendo al niño que
hay algo terrible en lo más natural del mundo, que es su propio cuerpo”. Para
él, los libros ilustrados eran objetos complejos, que permitían enfoques y
lecturas en diferentes niveles, y que sólo los niños podían asimilarlos de forma
intuitiva y unitaria. Como ilustrador, siempre se esforzó en variar de estilo, ampliando
y renovando sus técnicas al servicio de la historia narrada.
Conforme su talento fue
reconocido y admirado, Maurice Sendak comenzó a recibir encargos de proyectos
para otras disciplinas artísticas. Muy famosos son sus escenarios y vestuario
para el ballet “El cascanueces” de Tchaikovsky, en los que se esforzó por resaltar
la dimensión mágica, onírica y hasta oscura de esta obra maestra. Y lo mismo
hizo con la redescubierta ópera infantil “Brundibár”, que había sido compuesta
en 1938 por el judío checo Hans Krása y estrenada en la clandestinidad en el
asilo judío de Praga en 1941. La obra cuenta las aventuras de dos hermanos que
se lanzan a la calle para obtener leche fresca para su madre enferma. De ambas
colaboraciones, se editaron hermosos libros con sus dibujos.
Maurice Sendak rebeló su
homosexualidad en 2008 y vivió con tristeza desde la muerte, un año antes, de la
que había sido su pareja durante casi medio siglo. Preguntado al respecto,
declaró: “No tengo nada de lo que vanagloriarme en la vida. Tampoco soy
infeliz. Si lloro es porque echo de menos a la gente. Se van muriendo y no
puedo evitarlo. Me abandonan y yo aún los quiero más”.
Publicado originalmente en:
Web de Bibliotecas Públicas Municipales del Ayuntamiento de Madrid
Publicado originalmente en:
Web de Bibliotecas Públicas Municipales del Ayuntamiento de Madrid
No hay comentarios:
Publicar un comentario