lunes, 21 de abril de 2014

SESIONES LEGENDARIAS




Tony Bennett (1926 -) es aún en vida uno de los cantantes americanos más prestigiosos, contemporáneo de Frank Sinatra o Dean Martin. Con una voz poderosa, rota y sumamente trabajada, su carrera se dirigió desde los comienzos hacia el mundo del jazz, depurando su estilo en cada grabación y show en vivo. Por su parte, Bill Evans (1929-1980) quizás haya sido uno de los pianistas más influyentes de la historia del jazz. Educado en el impresionismo de Debussy y Ravel, y luego en el jazz modal, se hizo famoso por su colaboración con Miles Davis en el mítico Kind of Blue (1958), en el que sus progresiones al piano resultaron fundamentales para conseguir la atmósfera mágica del disco.

Ambos artistas sintieron durante años admiración mutua. Tras mucho cortejarse en los medios artísticos, decidieron encerrarse en un estudio, sucesivamente en 1975 y 1976, para grabar dos discos con un repertorio vocal de jazz. Buscaron la tonalidad adecuada de cada canción, la que mejor se adecuara a la voz depurada de Tony. Bill trabajó los arreglos y armonías de cada tema, las modulaciones y repeticiones, en su estilo personal.

El resultado fueron dos discos fascinantes que se han publicado recientemente en formato único digital, bajo el título The Legendary Sessions. La voz potente y aterciopelada de uno se acopla por sorpresa al toque sucinto del otro, en temas como "Young and foolish", "Waltz for Debby" o "The two lonely people". Música que despide el calor de la noche americana, donde la ciudad se detiene, la seducción se lleva a cabo y los luminosos jalean el amor entre desconocidos.

Cuando Bill Evans llamó a Tony Bennett para despedirse de él en el verano de 1980, enfermo de muerte por su adicción a las drogas, al no poder contactarlo al teléfono, le dejó un mensaje conmovedor en su contestador: "Quería decirte solo una cosa: piensa únicamente en la verdad y en la belleza. Olvídate de cualquier otra. Concéntrate solo en la verdad y en la belleza. Eso es todo".

Este disco, que son dos en uno, parece un compendio de ese testamento artístico: piano y voz al desnudo; verdad y belleza en clave de jazz.

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